¡Despídeme, también! [ 1 / 2]


Frente al edificio docente de la Facultad de Historia de la Universidad F.

Una multitud se reunía allí hablando.

Ámbar estaba en los altos escalones, mirando a los llamados genios con gran orgullo.

Los ojos se llenaban de desprecio aunque solo era una sirvienta de la familia Gabral.

En su opinión, a pesar de que ella sirviera como sirvienta toda su vida, sería más rica que estos estudiantes.

La mayor parte de ellos, tal vez no pudiera poseer una riqueza como la de ella aunque llevara toda la vida trabajando.

En la familia Cabral, incluso una sirvienta tenía la capacidad de despreciar esta universidad más famosa de la ciudad.

Detrás de ella estaban unos guardaespaldas indiferentes que se vestían de traje negro.

Debido a este apoyo, ella actuó muy arrogante.

Haced a aquel loco que ha asustado a la señorita Gracia venir a verme.

Hoy vengo aquí a castigarle por el señor Calvimontes.

Él ha cometido el error, por eso, tiene que asumir la consecuencia.

En este momento, una chica se adelantó.

Frunció el ceño diciendo: Señora, de hecho, el señor Rolando ha estado descortés, pero no te hace falta movilizar a tanta gente para eso.

Echó una mirada despreciativa a la chica: ¿Descortés? Aquel pícaro ha humillado a la señorita Gracia ante el público.

Con la bondad del señor Cabral, ya sería una piedad para él sin eliminarlo directamente.

Pero este tipo se atrevió a ofender a la señorita Gracia, tiene que aceptar el castigo merecido.

Aquella chica que hablaba con Ámbar era Esperanza Loyola.

En aquel entonces, tampoco se había imaginado que Rolando dijera tales palabras a la señorita de la familia Cabral.

Sin embargo, ella era admiradora de Rolando, pese a que él hiciera algo indecente, no habría razón para sufrir tantas críticas.

Pero de ninguna manera ella no podía aguantar que los miembros de la familia Cabral vinieran aquí a montar lío en la escuela.

En realidad, tenían razón, Esperanza de repente no supo cómo refutarlo.

Lo más principal era que la familia Cabral era muy poderosa, y ella era estudiante, que no era capaz de enfrentarse con esta.

Al ver que Esperanza se quedó callada, se volvió arrogante inmediatamente.

En la familia, ella era sirvienta que tenía que obedecer a los señores.

Llevaba tantos años trabajando allí, y mirando que los poderosos dominaban las fuerzas, ya se le había surgido el deseo de ser más noble.

Por lo tanto, cuando el señor Calvimontes le asignaba algo, siempre mostraba la actitud de mandar a otros con gestos, creyendo que era superior que los ordinarios y los cuales tenían que obedecerle.

Kadarina y Rosalina también se encontraban en la multitud.

Cuando la primera oyó lo que dijo Ámbar, estalló en risa.

Le dijo a la segunda: ¡Aquel creído merece la desgracia! Aunque es catedrático visitante de nuestra universidad, ¿qué podrá hacer? En comparación con la familia Cabral, no es nadie.

A ver cómo enfrentará a esta situación.

Sin remedios, Rosalina lanzó un largo suspiro.

Debido a que Kadarina frecuentemente le habló mal sobre Rolando, su buena impresión por Rolando se hizo mala.

De repente la gente gritó de emoción y abrió el paso para los directores de la Universidad F, entre ellos, estaba Javiero, el decano de la Facultad de Historia.

Frente a los miembros de la familia Cabral, incluso los directores de la Universidad F no se atrevían a tratarles sin respeto.

El director de la universidad, Astor Calamaro se le acercó a Ámbar apresuradamente y le preguntó atentamente: Señora, ¿qué ha pasado? Si en nuestra universidad hay algún problema, voy a ayudarle resolverlo.

Le echó una mirada, luego le explicó exageradamente en tono desdeñoso lo que había pasado.

Le interrogó a Astor: ¿Cómo puedes soportar que un profesor insignificantes ha dicho disparates a la señorita Gracia? Hoy tienes que darme una respuesta.

De lo contrario, cancelaremos el fondo de ayuda estudiantil en la universidad.

Al oírlo, el director cambió de expresión inmediatamente.

Este fondo de la familia Cabral casi ayudaba a un tercio de los estudiantes cada año económicamente.

Y un sinnúmero de los estudiantes estudiaban día y noche para conseguirlo, no solo para la beca, sino también para el honor
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