La Bancarrota de Trevor. [ 1 / 2]


El director se quedó allí, demasiado nervioso para decir que hablara.

Al ver que Trevor lo defendía, Nasir tenía sentimientos encontrados.

La depresión en su corazón fue completamente barrida.

Miró a Trevor con los ojos llenos de gratitud.

Por otro lado, Lyla estaba ansiosa.

Se dio cuenta de que solo Nasir podía curar las erupciones en su rostro.

En ese momento, Emmeline regresó del baño.

Las erupciones en su rostro eran casi invisibles, dejando solo la herida que necesitaba tiempo para sanar.

Ahora, Lyla estaba más convencida.

Como Trevor y Nasir parecían estar cerca, Nasir debe ser el que trató a Emmeline.

Inmediatamente, señaló a Nasir y ordenó: ¡Date prisa y trátame! ¡Tengo dinero! ¡Puedo darte todo lo que quieras! ¡Ahora, trátame! Obviamente, Nasir estaba irritada por su actitud arrogante.

Un ceño fruncido apareció en su rostro.

En ese momento, Trevor tomó la iniciativa de hablar por Nasir y le dijo a Lyla, entonces, ¿crees que puedes ordenar a todos solo porque eres rico? ¿O es así como los ricos piden ayuda? Al escuchar las palabras de Trevor, Lyla se puso furiosa.

En un ataque de ira, sintió que las erupciones en su rostro le picaban tanto que no pudo evitar rascarse.

Inmediatamente, la piel de su rostro se irritó.

De repente, gritó histéricamente como si estuviera loca.

Luego, pisoteó sus pies y gritó enojado, ¡Esto es ridículo! ¿Quién eres tú para hablarme así? Eres un pobre hombre.

¡Cállate! ¡Soy rico! Tengo dinero, así que merezco el mejor servicio del mundo.

Un pobre tipo como tú debería arrodillarse y servirme.

¿Buscas la muerte aquí? Lo creas o no, puedo hacerte ir a la quiebra con solo una llamada! Cuando Lyla salió de la habitación, no sabía la verdadera identidad de Trevor.

Cuando Trevor oyó la amenaza, sus ojos se abrieron de sorpresa.

Ella amenazó con hacerlo quebrar.

La mayoría de las veces, él era el que hacía que otros quebraran con solo una llamada telefónica.

Sin embargo, esta vez, alguien afirmó que ella podría llevarlo a la quiebra.

En ese momento, Trevor sintió que la situación era ridícula.

Era como si una langosta en el plato de la mesa del comedor estuviera mostrando sus dientes y mostrando sus garras
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