Un golpe mortal [ 1 / 2]


Leo y los otros hombres al escuchar las palabras de Rolando empezaron a reírse.

Chaval, ¿no sabes dónde estás o no has oído bien lo que te he dicho? Este es el rey del boxeo, aunque sabes pelear, ¿crees que podrás enfrentarte con el rey del boxeo? dijo Leo con desprecio.

Aquel Lobo se detuvo directamente ante Rolando, quien era más alto que Rolando, y tenía unos músculos muy firmes.

Jovencito, me da igual quién eres, no me importa si algún presidente de algún hospital no se atreva a llevarte la contra, pero aquí, tú no eres nada.

Leo es mi amigo, y tú has hecho que pierda su trabajo, si no le das una explicación, no me queda otra que dejarte pasar el resto de tu vida en una silla de ruedas.

amenazó el Lobo orgullosamente.

Rolando levantó una mano, él no quería meterse con estas personas, pero tampoco iba a quedarse parado si impedían su camino.

Pero en el momento que iba a pegarle, los guardias se acercaron y dijeron, Aquí, a parte del ring, no se puede pelear en ninguna parte, si queréis pelear, podéis hacerlo en el ring.

El Lobo, tú debes tener claro las reglas del bar.

El Lobo se giró para mirarlo, finalmente apretó los dientes y le dijo a Rolando, Oye, ¿te atreves a enfrentarme en el ring? Rolando al ver que este Lobo quería impedirlo, pero si la regla de este lugar era no pelearse fuera del ring, entonces incluso el Lobo tenía que respetarlo.

De modo que ignoró al Lobo y se dirigió directamente a la oficina del bar.

El Lobo y Leo cuando vieron que Rolando se marchaba así sin más, mostraron expresión de desdén.

¡Cobarde! ¡No te atreves ni a aceptar el desafío! ¡Veo que eres una gallina! gritó a lo alto Leo.

Qué risa, este chaval se ha cagado al escuchar al Lobo proponer subir al ring y se ha escapado.

Este tipo de persona solo sabe aprovechar su poder para intimidar a los demás, si lo tomamos en serio, me temo que no podrá dañarme ni un dedo, ¡inútil!.

Aquellos hombres no paraban de burlarse de Rolando.

El Lobo también pensaba que Rolando se había asustado, miró a Leo y dijo, Aquí dentro hay reglas, no podemos tocarlo, pero fuera ya no hay, sigamos bebiendo, cuando salga del bar, damos una buena paliza.

Leo asintió, así que volvieron a sentarse y siguieron bebiendo.

Rolando siguió recto y encontró el despacho del responsable, así que llamó a la ventanilla del despacho.

La cortina se levantó y apareció un hombre fuerte lleno de barba sentado.

Aquel lo miró y preguntó, ¿Qué quieres? Busco un tesoro dijo Rolando.

Aquel hombre lo miró de reojo y contestó, Aquí no hay ningún tesoro, te has equivocado de sitio.

Por eso debo ir al sitio correcto añadió Rolando.

Estas frases eran la contraseña secreta que le dijo Aznar, quien también le dijo que lo dijera sin marcar ningún tono y sin equivocarse en ninguna letra, de lo contrario, no servirían la contraseña.

Al ver que Rolando acertó con la contraseña, aquel hombre hizo muecas y seguidamente cogió una hoja de la mesa y se la dio a Rolando.

Rolando se fijó en que sobre la mesa donde había muchas hojas similares.

Rolando pensaba que eso eran los requisitos para la entrada a la Montaña Sur.

Aznar le contó que la elección era más como una tarea.

Solo aquellos completando la tarea podían entrar a la Montaña Sur, y aquellos que fallaran perderían para siempre la oportunidad de entrar.

Rolando abrió la hoja que tenía en la mano, en la que se ponía “Desafiar al rey de boxeo y dejarlo sin vida.

”.

Leyendo la información, Rolando frunció el ceño, él estaba seguro que aquel hombre había cogido el papelito a lazar, “Pues el Lobo tiene mala suerte hoy ” pensaba él.

Según lo que se ponía en el papel, Rolando podía deducir que, la persona que podía entrar a la Montaña Sur, debía de tener cierta fuerza.

Si no pudiera completar la tarea, tampoco podría entrar.

Según lo que dijo Aznar, lo que más les gustaban a los ricos era ver peleas sangrientas de dos personas con fuerza.

Esta tarea era para recaudar a hombres fuertes para las peleas violentas.

¿Tengo que completar esta tarea hoy? preguntó Rolando al hombre.

Aquel le miró y contestó, Qué estás diciendo, ese papel solo lo he escrito por escribir.

Al escuchar eso, Rolando se quedó pensando un momento, pero enseguida entendió qué significaba
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