Arrodíllate para disculparte [ 1 / 2]


Tomas, que estaba en la terraza cocinando hierva, había escuchado los gritos y le dijo a Rolando, Han llegado, voy a recibirlos.

Rolando asintió y no le dio importancia.

Él estaba observando a Celia que estaba ante la cacerola, se dio cuenta que era una chica realmente bella y con buena forma.

Estaba agachada, y su escote marcado hacía que las personas imaginaran muchas ilusión en su mente.

Al ver que Rolando la miraba, Celia se sonrojó y dijo, Qué miras pícaro.

Rolando sacudió la cabeza riéndose, dijo, Yo soy el maestro de los maestros.

Qué atrevida, ¿es que quieres castigos? Celia no se sintió bien al escuchar eso, pero es verdad que ella perdió contra él en el Go, por eso lo reconoce como el maestro de los maestros, ella no era de aquellas que no admitía las cosas.

Pues me disculpo, qué tiquismiquis que eres.

se quejó ella.

Ya que sabes que has cometido un error, entonces ven a masajearme los hombros, yo también quiero disfrutar el trato como maestro.

dijo Rolando.

Celia se acercó sin ganas, apretó su puño y dio dos fuertes golpes en su espalda.

Rolando se giró al instante y agarró su muñeca, estiró la boca del dolor y dijo, ¿Quieres matarme o qué? Celia le hizo una burla con su cara y contestó, Tú me lo has pedido, pero no has dicho con cuánta fuerza querías.

En ese mismo momento, Tomas trajo de fuera a Federico y a Auro a la terraza, y sonriendo dijo, El medicamento casi está, esperad aquí un ratito.

Federico y Auro ambos entraron a la terraza con mucho respeto a Tomas.

Pero enseguida ellos dos vieron a Rolando cogiendo la muñeca de Celia, como si la estuviera regañando.

Federico miró a Rolando y después a la hermosa Celia, en el momento insultó, Joder, ¿y este pringado se atreve a venir aquí para ligar con chicas? Veo que busca pelea, ¡voy a darle una lección! Hablando, corrió hacia Rolando y le pegó una patada.

Al ver eso, Rolando se defendió, se dio la vuelta y estiró la pierna, apartando directamente la pierna de Federico.

Federico no mantuvo el equilibrio y cayó al suelo, gritó del dolor.

Me cago en tu madre.

¿Pegarme a mí? ¿Que no quieres vivir más o qué? insultó Federico.

¿Quién ha empezado primero? dijo Rolando seriamente.

Yo puedo levantarte la mano, pero tú no, solo eres un pringado sin dinero, qué derecho tiene a tocarme.

¿Sabes quién cojones soy? ¿Yo tengo un gran pilar tras mi espalda que me protege! gritó Federico.

Rolando apretó los labios y pensó “otro niño creído”, pero ni si quiera tomaba en serio a Federico.

En la Ciudad Río él era el dominante, no importaba qué pilar tuviera.

Auro al ver que su hijo había sido golpeado, puso muy mala cara, se acercó enseguida y levantó a su hijo.

¿Quieres morir? ¿Te atreves a pegar a mi hijo? dijo Auro como si estuviera protegiendo a un cachorro.

En ese momento Tomas hizo muecas, dijo, Señores, ¿qué estáis haciendo? ¿Nada más llegar pegar a mi cliente? Auro miró con cara de asombro a Tomas, no se había imaginado que Rolando fuera su cliente.

Doctor, este chaval solo es un pobre pringado, qué derecho tiene a ser tu cliente, antes había venido con una moto vieja, le había dicho que me dejara el sitio y no quiso, le he aplastado directamente su moto.

dijo Federico orgullosamente.

Después había desviado su mirada a Celia, en su mirada había avaricia, sin duda había sido atraído por la belleza de Celia.

En el corazón de Rolando se encendió una llama de furia al escuchar las palabras de Federico, no se esperaba que le aplastara la moto de verdad.

Una simple moto no le importaba a Rolando naturalmente, pero lo que había hecho Federico claramente humilló a Rolando.

“Si hoy Federico no recibe su castigo merecido, entonces ya no me llamo Rolando Laguna” pensó él.

Esa moto me ha hecho compañía más de tres años, yo lo he aparcado en un sitio correcto y tú me lo has destrozado.

Tienes que darme una solución por lo que has hecho, sino, no te lo pondré fácil.

dijo Rolando con un tono inexpresivo.

Auro veía que Tomas estaba poniendo mala cara por culpa de aquellos dos, temía a que se negara a curar a Federico, entonces dijo seguidamente, Ha sido un malentendido, esto es el centro del Doctor Tomas, lo que ha sucedido hace enfadar al doctor.

Mira, te doy cinco mil euros, eso es suficiente para que te compres una moto nueva, y así nos olvidamos de todo
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