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Evie se distinguía por ser una mujer de acciones.

Y como era su costumbre, colgó el teléfono sin esperar a que su hermano le respondiera.

Del otro lado de la línea, Trevor dejó escapar un profundo suspiro, sin más remedio que cambiar su ruta hacia la Finca Willard.

Esperando a que las luces del semáforo se pusieran en verde, él decidió enviarle un mensaje de texto a Luisa.

"Por favor disculpame, me surgió algo importante y quizás llegue un poco tarde.

Tengo que volver a casa primero.

Momentos después, ella respondió: "Okey, entiendo, entonces te espero en el centro comercial Uphia.

Estamos recaudando fondos, escribeme cuando llegues".

Afortunadamente, Luisa no estaba molesta, por lo que Trevor sonrió aliviado.

Diez minutos después, cuando llegó a la Finca Willard, Evie, su hermana mayor, estaba esperándolo con una maleta a cuestas, En cuanto lo vio, ella lo saludó con una enorme sonrisa: "Te presento a Jeanne, la nueva gerente.

Ella te ayudará a manejar la calle comercial mientras estoy fuera, ¿de acuerdo? Si necesitas algo, solo díselo".

Con eso, Evie se subió a su auto arrastrando su equipaje cuando de repente, un pensamiento cruzó por su mente.

Oye, Trevor, no olvides gastar el dinero que te di la última vez.

¡Utiliza cada centavo!", habiéndole recordado esto, ella cerró la puerta y se alejó en su fabuloso Aston Martin One77.

Despidiéndose con la mano, Trevor no sabía si reir o llorar, pues su generosa hermana le había dado nada más ni nada menos que dos mil millones de dólares.

Ciertamente ya había comprado un yate de lujo, pero este solo le costó dos tercios de aquella enorme suma de dinero.

.

Para una persona como él, sencilla y que no tenía el hábito de despilfarrar en extravagancias, el solo hecho de pensar en cómo gastar tanto dinero le provocaba dolor de cabeza.

Una vez solo, Trevor se giró hacia la nueva gerente y conversó un poco con ella, pidiéndole que por favor lo ayudara con la administración de sus negocios y el mantenimiento del costoso yate.

Jeanne era una mujer capaz e inteligente, pero aun así, no podía evitar sentirse un poco nerviosa al estar frente a una de las personas más poderosas del país.

Haciendo una reverencia, ella dijo respetuosamente: "Lo que usted ordene, señor Sanderson.

Espero cumplir con todos sus requerimientos"
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