Un chico pobre [ 1 / 2]


Puesto que su prima estaba siendo grosera con Trevor, Selma sentía que se moría de vergüenza.

Lamiéndose los labios con nerviosismo, ella volteó a verlo y forzó una sonrisa incómoda.

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Sorpresivamente, él parecía estar bastante tranquilo, como si no se estuviera tomando en serio las palabras de la joven.

Luego de poner una expresión sombría, Selma apretó los dientes y la regañó: "¿Podrías ser un poco más amable, por favor? Si no te comportas, le contaré a tu padre sobre esto".

Evidentemente molesta, Hilda puso los ojos en blanco y asintió a regañadientes.

Más o menos treinta minutos después, el automóvil finalmente se detuvo.

Afuera de la villa de trescientos metros cuadrados, una hermosa mujer de mediana edad bien vestida los estaba esperando con una sonrisa en los labios.

Se trataba de nada más y nada menos que Melba, la tía de Selma.

En cuanto vio a su sobrina y a sus acompañantes, ella se acercó rápidamente a ellos y exclamó: "Selma, ¡qué bueno que viniste! ¡Te he estado esperando durante tanto tiempo!".

Enseguida, la mujer posó sus ojos en Trevor, quien estaba sentado en el asiento delantero.

Una vez que se percató de que traía puesta una simple camiseta, jeans y zapatos ordinarios, ella dejó de sonreír.

En su opinión, su sobrina era muy bella y además había nacido en cuna de oro.

Por lo tanto, el hombre con el que se fuera a casar debía tener en su cuenta al menos varios.

cientos de millones de dólares.

Desafortunadamente para Melba, el joven que tenía frente a ella parecía ser un estudiante pobre.

"¿Este es el novio del que tanto has estado hablando? Selma, ¿acaso olvidaste el hecho de que perteneces a una familia rica? Deberías saber que hay mucha gente que solo tiene malas intenciones contigo".

Las palabras de su tía casi hicieron que Selma saltara de su asiento.

Avergonzada, ella había abierto la boca para decir algo cuando Melba la interrumpió: "Okey, está bien, probablemente solo se trate de un enamoramiento pasajero.

Pero cuando estés sufriendo en el futuro, no digas que no te lo adverti".

Enseguida, la mujer abrió la puerta del coche y le dijo a Hilda: "Tú, ven conmigo".

Con una cara de pocos amigos, ella obedeció en silencio antes de entrar a la casa.

Mientras las vela alejarse, Selma suspiró y le dijo a Trevor en tono de disculpa: "Por favor perdóname, no esperaba que mi tía te tratara tan mal".

Sacudiendo la cabeza, él respondió con tranquilidad: "No importa, solo entremos".

A decir verdad, desde que era un niño, él había visto a gente más arrogante y presumida que este par, así que simplemente se encogió de hombros y respiró lo más hondo que pudo.

Al final de cuentas, estas dos personas eran miembros de la familia de Selma y no quería ponerles las cosas difíciles.

Una vez que entró a la sala de estar y se sentó en el sofá, Trevor notó que Melba lo estaba examinando de pies a cabeza
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