Una payasa [ 1 / 2]


Cuando lo escuchó, Mattie le palmeó el pecho a Elmo y le dijo con orgullo: "Vaya, señor Herrera, eres muy generoso".

Dado que Trevor era un muchacho pobre, pensaron que no tendría motivos para rechazar esa condición.

Sin embargo, para sorpresa de todos, el joven dijo: "No, gracias".

Un silencio incómodo resonó en la estancia.

Con los ojos espabilados, Mattie replicó: Trevor, no seas mezquino con una oferta tan generosa.

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¿No sabes que en un principio teníamos pensado sentarnos aquí? ¡ Tuvimos que comprar los otros asientos porque nos lo quitaste!".

En la sala de cine había muchas parejas dispuestas a pasar un buen rato viendo la película.

Sin embargo, al escuchar la voz de Mattie, muchas de ellas se dieron la vuelta y miraron a Trevor con desdén.

"Es tan patético, ¿quien viene a ver una comedia romántica solo? Quizás solo está causando problemas porque tiene envidia.

Ja, ja, su novia debe haber roto con él y por eso está así".

"Lo curioso es que comprara asientos para parejas estando solo".

Pocos simpatizaron con él, mientras que la mayoría se burló.

Pero entre todos los comentarios, ese último llamó su atención.

¿De verdad los asientos que había reservado Selma eran para parejas? Al parecer, el dueño del cine sabía lo que estaba haciendo con su negocio, era algo muy llamativo para ese tipo de clientes.

Los asientos no solo estaban situados en la mejor zona para disfrutar de la película, sino que también eran sillas de masaje de lujo.

Cualquier pareja se desviviría por sentarse en esos.

Por eso era que los asientos 7 y 8 de la fila 5 eran tan codiciados Cuando comprendió lo que estaba sucediendo, Trevor sintió un ligero dolor de cabeza Realmente no entendía lo que estaba pasando por la mente de Selma.

¿Sería que se había enamorado de él después de lo sucedido en el Hotel Riverside? Fuera lo que fuera, no era un buen momento.

para pensar en eso.

Lo que más lo avergonzaba era que todas las demás parejas lo miraban como si trataran de adivinar a qué estaba jugando.

Lo más sencillo en su caso sería encontrar la forma de escabullirse de allí, pero tampoco quería que Mattie y su novio se salieran con la suya.

Solo por eso decidió quedarse donde estaba y hacer caso omiso a los comentarios de los demás Poniendo los ojos en blanco, Mattie se quejó: "Este perdedort Señor Herrera, déjame cambiar el asiento contigo
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