Arruinarse de la noche a la mañana [ 1 / 2]


¡Eso no es posible! En esta calle comercial JL, ¿quién tendrá tanta influencia aparte de Celipe? ¿Te refieres a ti, Niceto? Florín dio una carcajada fría en ese momento.

Nunca he dicho que sea yo, solo expresaba mi duda.

Porque Blanca, Hilda y sus compañeras contactaron con sus amigos, a lo que me refiero es que es posible haber algún amigo que nos ayudó pero no supimos para agradecerle.

¡Tienes razón! la cara de Hilda se puso seria.

¿Qué tal si confirmamos otra vez por teléfono, para verificar si nos ha ayudado Celipito u otro amigo? Hilda empezó a llamar de forma íntima a Celipe.

Dicho esto, todos empezaron a llamar a sus amigos para confirmar y Diego lo veía un poco embarazoso de lado, estaba dudando si decir la verdad o no.

Mientras que Diego seguía pensando, la gente ha verificado que ninguno de sus amigos tenía la posibilidad de solucionar el caso ocurrido.

¡Ya decía yo, que la influencia de Celipe no lo podéis ni imaginar! Florín echó un vistazo al grupo de Niceto.

Bueno, dejar de adivinar, que Celipe nos está esperando fuera, no le hagamos esperar.

Hilda echó una mirada de lado con desprecio al grupo de Niceto y Diego.

Desde su punto de vista, ellos dijeron así solo porque tenían envidia de la capacidad de Celipe.

La gente llegaba a la entrada.

Cierto, encontraron a Celipe y sus amigos esperándoles con coches de lujo aparcados.

Blanca, ¿vienes o no? Hilda cogió la mano de Blanca.

Hilda de verdad no me voy.

¡Ya espero la próxima ocasión! A Blanca le gustaba actuar de forma directa y Celipe no le gustaba porque era un poco hipócrita.

Hilda vio que no la conseguía convencer, pues dijo que iba con sus amigas y se despidieron en la puerta del Bar Imperador.

Después de que se habían ido las chicas, Diego miró a Blanca, Niceto y gente de su grupo, que mostraron cara decepcionada porque claramente querían visitar el club.

Pero como Niceto y demás habían sido humillados por motivo de Diego, Diego se sentía fatal y anotó en corazón de invitarles a visitar el club en un buen momento… Pasó otra media hora, los coches de Celipe estaban ya parados en la puerta del club y se estaban bajando Hilda y las chicas.

¡Deteneos, no podéis entrar! la gente fue parada por varios guardianes de vigilancia vestidos de negro, antes de que llegasen a la sala de recepción.

Caramba, hermano, soy Celipe Hierro, ¿no me reconoces? ¡Mi padre es Victor Hierro! Hoy invito a unos amigos…Celipe puso una mano en el bolsillo y sonrió, se notaba que era muy social.

Vaya, señorito Celipe, que mentalidad más optimsita que tiene usted, ¿todavía tiene ganas de salir a jugar después de que le ocurra esto en casa? Hoy no le podríamos dejar entrar en el club y me temo que, ¡de ahora en adelante no se atreverá a entrar, aunque le dejásemos! los guardianes se rieron fríamente y miraban con desprecio e incluso pena a Celipe que todavía intentaba hacerse el chulo.

Las chicas y Hilda se miraban mutuamente dudosas, Florín sintió que había sido despreciado por unos simples guardianes.

¡Este es Celipe, señor Celipe!¡El Restaurante Estrella de la calle comercial pertenece a su familia! Florín levantó la voz en fría.

Ja ja, lo sabemos, pero ya se trata de algo pasado.

Señorito Celipe, me temo que aún no sabes, que El Restaurante Estrella desde hoy ya no pertenece a tu familia y las otras propiedades que tenéis también se han ido a la ruina.

¡Tu padre Victor Hierro estará loco en este momento de responder a la policía, consumo y banco! los guardianes dijeron sonriendo y con los brazos cruzados.

¡Imposible, me estáis engañando! Celipe tragó saliva y llamó urgentemente a su padre.

Celipe volvió a llamar varias ves y por fin le cogió su padre, escuchó los ruidos que había en casa y preguntó qué había ocurrido.

Tras haber oído la respuesta, la cara de Celipe se quedó pálida.

¡Imposible! ¡Imposible! ¿Cómo ha podido ser? El móvil de Celipe se cayó al suelo, todas las propiedades y las cuentas bancarias de su familia fueron bloqueadas debido a que su padre había incumplido las leyes.

Es decir, que, en menos de una hora, ¡Celipe se había quedado sin nada! Hilda y su grupo no habían pensado que pudo aparecer una reversión como esta y estaban muy incómodos de pie en un lado
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